- Área: 202 m²
- Año: 2016
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Fotografías:Javier Callejas Sevilla
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Proveedores: Isover, Knauf, Laminex, SGG CLIMALIT, TEJAS BORJA
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Brácana siempre quiso una iglesia propia. Las gentes de esta pedanía del Municipio de Íllora (Granada), históricamente adscrita desde el tiempo de los Reyes Católicos al linaje de los Dávila -más tarde Condes de Guadiana-, siempre fueron atendidas espiritualmente en templos ajenos a la población, bien por su pertenencia a otros núcleos urbanos, caso de la vecina Parroquia de Alomartes; bien, por su carácter privado, caso del único edificio religioso de la localidad: el oratorio particular, luego Capilla privada (1891) del señor solariego, D. Luis Dávila Ponce de León (IX Conde de Guadiana), restaurada por sus herederos en 1940.
Este préstamo funcional, que en cierto modo suponía perpetuar las relaciones de "vasallaje" o dependencia de antaño, comienza a ser fuente de conflictos a partir de la segunda mitad del siglo pasado, cuando las relaciones con los condes se antojaban cada vez más difíciles y desmembradas, fruto de una nueva coyuntura caracterizada por su propio empoderamiento social. El pueblo construye su propia iglesia hacia los años sesenta [S. XX], una iglesia sencilla construida con pocos recursos y que transcurridos unos años empieza a tener problemas de estabilidad y el pueblo tiene que volver a la “Capilla de los Condes”. Desde entonces los conflictos con los señores han ido sucediéndose alentando en los bracaneros y bracaneras su anhelo de contar con una parroquia propia y digna para el pueblo, representativa de su religiosidad y naturaleza sencilla y humilde. Como resultado, empieza a cobrar cada vez más fuerza la idea de construir una nueva parroquia superando la situación de provisionalidad en la que la feligresía se encuentra desde principios de 2000. Empieza el reto ilusionante de un pueblo que hunde sus raíces en su propia historia e identidad religiosa, en busca de autonomía, libertad y crecimiento.
La premisa no es otra entonces que la de levantar la nueva parroquia donde estuvo la anterior iglesia del pueblo, con los mismos mimbres que esta se hizo: economía de medios [500 euros/m2]. Se proyecta con la dimensión justa para albergar los 31 bancos que el pueblo tiene en uso en la Capilla de los Condes. La entrada principal en recodo permite optimizar la superficie de ingreso haciendo las veces de zaguán sin tener que alargar la nave. Ésta es un espacio único cubierto a dos aguas que se corta y se estira en varias secciones cualificando el espacio hacia la cabecera y permitiendo la entrada de luz hacia la misma. Estos cortes incorporan la pieza de aseo, sacristía y pequeño coro sobre esta última y favorecen la ventilación natural del espacio y su adecuación térmica.
Con un sencillo pórtico de acero a dos aguas, sus variaciones y secuenciación resuelven el programa, sustanciando la modelación espacial y su cualidad plástica. La sencillez como necesidad, como novedad, se convierte en una aspiración en la que no caben las renuncias a la cualidad arquitectónica.
Un único elemento constructivo compuesto por una lámina de hormigón gunitado nervada con pórticos rígidos de acero dispuestos cada 120 centímetros, ejecutada sobre encofrado visto de machiembrados cerámicos. Capaz de ser estructura y cerramiento, paredes y techo, acabados exteriores e interiores. Cada material tiene una función indisociable del proceso constructivo y cada uno de ellos se muestra honesto y sincero como pieza acabada al final del mismo.
El propio proceso constructivo es parte del proyecto evitando el uso de sistemas auxiliares de encofrado, cimbras y apeos. Cada material es a la propia solución constructiva lo que el feligrés es a la parroquia.